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Laura Opazo: “La moda sostenible es la dirección obligada a la que tiene que ir el sector”

  • Marina de Paz Martín
  • 11 dic 2020
  • 9 Min. de lectura

La comunicadora y experta en moda Laura Opazo, autora del libro Armario Sostenible, nos da las claves para realizar un consumo consciente y analiza la situación actual de la industria textil.

Fuente: lauraopazo.com

PREGUNTA: ¿En qué momento se da cuenta una de que el mundo de la moda, con el que tanto disfruta y en el que trabaja desde hace años, conlleva también un enorme peligro para el planeta?


RESPUESTA: Bueno, no hubo un solo factor. Fueron varias cosas. […] Llevaba desde los 19 años trabajando en el sector de la moda desde diferentes vértices […] y al final tenía acceso de una forma muy directa a la ropa, al consumo, a las tendencias… Empecé siendo una persona que no tenía mucha ropa en mi armario porque mis padres han sido siempre muy austeros […]. Cuando llegué a Madrid y me puse a trabajar en el sector, empezó a nacer el monstruito que hay en mí. Empecé a comprarme mucha ropa, hasta llegado un punto que sentía que estaba comprando de una forma un poco bulímica ¿no? Muchas veces, durante la jornada de trabajo, cuando tenía tiempo para comer aprovechaba y me iba de tiendas […]. Llegaba a casa y me daba cuenta de que lo que me acababa de comprar era prácticamente igual, salvo por dos detalles, a lo que yo ya tenía. Empecé a sentir que, además de vaciarse mi bolsillo, estaba también sintiendo un vacío a nivel interno. Otro punto fue que ya hace unos años el tema de que la moda es la segunda industria más contaminante del mundo igual no sonaba tan fuerte, pero ya había ecos. Y eso también empezó a plantarse constantemente en mi cabeza […]. Luego pasó lo de Rana Plaza, que se derrumbó aquel edificio en Bangladesh, y empezó a destriparse un poco lo que estaba ocurriendo en el backstage del sector. […] Eso ya me dejó helada. Creo que se juntaron varios frentes: el personal, el social, el medioambiental, y ahí es cuando empecé a indagar muchísimo sobre este tema. […] Al final decidí parar y hacer las cosas de otra manera.


P: ¿Diría que la conjunción de estos factores fue lo que le impulsó a escribir su libro?


R: Sí. Yo había hecho un curso de moda sostenible hace tres años y pico. Parece que fue hace nada, pero en realidad hace tres años no se hablaba tanto de esto y todo lo que tenía que ver con sostenibilidad se asociaba al movimiento hippie. Aparentemente, estaba un poco politizado. Hice el curso de moda sostenible y aprendí muchísimo. Aunque sí que es verdad que no encontraba un libro para el consumidor, porque para el sector sí que hay […], para que encontrase una información ordenada y pudiese aprender a emprender un camino hacia un consumo más consciente. Es un poco el camino que yo había emprendido […]. Inicialmente iba a hacer un libro para subirlo en mi página web y que la gente lo descargase de forma gratuita. Iba a ser un libro pequeñito, de 30 páginas. En ese momento, como ya llevaba un tiempo en redes sociales comunicando sobre artesanía, Made in Spain, tejidos y demás, se puso en contacto conmigo la editorial Planeta y a través de su sello Zenith Green, me ofrecieron escribir un libro. Fue totalmente casual. Me quedé de piedra porque dije: “¡Ostras, me han pedido que escriba el libro que yo iba a publicar en mi web!”. Lógicamente iba a ser un libro muchísimo más consistente. […] Se lo envié, me lo aceptaron y bueno, pues ya es una realidad.


P: En su libro ofrece ciertas pautas, pero ¿cómo definiría usted un armario sostenible?


R: Yo no diría un armario sostenible porque hoy por hoy parecería que habría que tirar todo lo que tenemos y comprarnos solo cosas de marcas de moda que fabrican de una forma más sostenible. […] Creo que un armario sostenible debería de estar compuesto de prendas que pertenezcan a la industria low cost, que a lo mejor hemos heredado de nuestra época más consumista […]. Mi armario, por ejemplo, considero que es bastante sostenible en el aspecto que he ido cuidando mucho la ropa que me ha acompañado durante estos años. Incluso la ropa de la industria low cost que compré en su día, aunque no me queda mucha porque hay mucha que no sobrevivió […], forma parte de mi armario sostenible. Dentro de mi armario también hay cabida para prendas que he heredado de mi madre o de amigas [...]. También hay prendas que he comprado de muy buena calidad, a lo mejor no fabricadas éticamente en su momento, pero que llevan acompañándome muchos años. En su día invertí en calidad y fue un gran acierto. Son prendas que además circulan, es decir, las utilizo con regularidad. También tengo algunos tesoros de segunda mano, bien por herencia o bien porque […] en su momento también era muy aficionada a las tiendas vintage. Me parece que son piezas que además te permiten elegir la tendencia que tú quieras. […] Si vas a una tienda de segunda mano, vas a encontrar el estilo que tú quieres a la carta, básicamente. Creas más tu propio discurso en vez de adaptarte al que te dice la industria. Por eso a mí el tema del vintage y la segunda mano me encantan. Yo creo que un armario sostenible es un compendio de buenas decisiones que te acompañen y ese compendio puede estar formado por un crisol de prendas que provengan de diferentes entornos.


P: Ahora, ¿hace todas sus compras siguiendo esta filosofía?


R: Yo lo que intento siempre es primar la calidad. No todo lo que se hace sostenible es de buena calidad siempre. Cuidado. Evidentemente, me fijo en la etiqueta, en ver si la prenda lleva un certificado o no, y obviamente miro si está fabricado en condiciones no solamente medioambientalmente sostenibles sino socialmente también. […] Si me compro algo de muy buena calidad, no voy a necesitar comprar nada en tres, cuatro años porque he hecho una buena inversión […] y más sostenible que eso, yo creo que no hay ¿no? […] Miro varios factores y sobre todo que vaya conmigo, con mi estilo de vida y con la persona que soy. No me intento adaptar a lo que se dice desde la industria porque al final somos seres únicos e intentar adaptarte a lo que te dicen las tendencias me parece un poco ridículo. […] En el momento que adaptas tu estilo todo el rato a las tendencias, está pervertido. No hay estilo. […] Parece que, si no llevamos lo que se dice, te quedas un poco out. Yo a través de mis redes sociales intento demostrar que el estilo vistiendo con prendas de calidad y atemporales, no está siempre asociado a un estilo demasiado hippie […]. Muchas veces creemos que lo sostenible es marrones, pardo, verde caza (risas), pero puede ser color, diversión y creatividad. […] Al final, si voy vestida casi siempre con prendas neutras, pues, qué rollo. […] Es verdad que lo que me salva muchas veces el día a día es tener esas prendas comodín, lógicamente, y […] suelo invertir en las mismas […], pero evidentemente tengo que desarrollar mi capacidad de expresión a través de la moda.


P: En el libro trata también el tema del sistema tóxico en el que vivimos. Viendo imágenes como las del Black Friday, donde parece que priman los bajos precios frente a la calidad y la ética, ¿cree que la sociedad es consciente del problema medioambiental que supone el consumo masivo?


R: No es lo mismo el contexto de este año […] respecto al del año pasado, que no teníamos ningún problema y se consumía. […] Hay que entender que tenemos más limitados los planes y la gente ve la oportunidad de salir de compras y la aprovecha. También porque en cierto modo ahora mismo la economía del país está en un momento delicado […]. No nos vamos a engañar, vivimos en un sistema capitalista y hasta que cambie esta balanza que tenemos, el consumo es necesario. Si ahora nos plantamos todos y no compramos absolutamente nada, creo que muchos perderíamos el trabajo. Es una faena porque […] no deberíamos de tener miedo a dejar de consumir por perder nuestro trabajo. Tendría que haber otra forma y alternativas de consumo […]. Yo también pienso que hemos pasado un momento complicado con el tema de la pandemia. Al principio no había ni mascarillas. Nos dimos cuenta de que dependíamos demasiado de China y haber subdelegado toda la producción a este tipo de países nos genera mucha dependencia cuando ocurren situaciones como la que ha ocurrido. […] La industria textil en España se puso las pilas. Se pusieron a hacer mascarillas y de alguna manera hay una especie de deuda emocional con ellos. Entonces, bueno… ya que tenemos el Black Friday, si te apetece darte un capricho […] por lo menos apoya a la industria de aquí. Yo es lo que he aconsejado porque, a fin de cuentas, si queremos salir adelante tendremos que apoyarnos unos a otros y, además, la industria nos apoyó cuando faltó material sanitario, y de forma altruista muchos de ellos. Es una forma también de devolverles el favor.


P: Teniendo en cuenta la situación actual, ¿de qué manera cree que la pandemia ha podido influir en la moda a nivel tendencias?


R: En tendencias, como pasamos tanto tiempo en casa, yo creo que ya lo del fondo de armario del zapato de tacón negro, el vestido negro para oficina… parece que se ha acabado. Para empezar porque la industria nos ofrece ahora mismo a nivel tendencia mucha más ropa para estar en casa, más cómoda. Incluso aunque salgamos a la calle, que no haya un salto si estoy cómoda en casa […]. Yo sí que he visto que hay una tendencia hacia eso, hacia la ropa un poco más confortable: menos tacón, más zapatilla, más sudadera… Ese tipo de cosas.


P: Y respecto al consumo, ¿hemos cambiado hábitos?


R: Yo creo que sí. La gente se ha dado cuenta que da igual que tengas el armario lleno si no puedes salir de casa […]. Lo que más nos ha podido doler de esta falta de libertad es no poder disfrutar experiencias. Comprar ropa no es una experiencia, bueno, o no debería de verse a sí. El momento en que se empezó a configurar el consumo como ocio fue cuando empezamos a volvernos consumistas. […] La ropa, que podría ser una prioridad antes de muchas personas, ha pasado a cuarto o quinto lugar. En una pandemia, ¿de qué te sirve tener el armario lleno? Lo que te interesa es haber vivido experiencias bonitas […]. Creo que sí que es verdad que pasamos la crisis del 2008 y no aprendimos de muchas cosas, pero de esto, sí que creo que hay a lo mejor un poco más de apoyo hacia el producto nacional, hacia la ‘Marca España’. Y cuando digo marca nacional no me refiero a Inditex, que oye, yo no critico tampoco a Amancio, pero en el fondo es una empresa española que fabrica fuera. Yo me refiero a las empresas que fabrican y generan empleo aquí. Ahora […] se agradecen las empresas que fabrican y producen aquí y generan riqueza local.


P: Usted estudió Publicidad. ¿Qué tanto por ciento son responsables la publicidad y el marketing del modelo consumista en el que vivimos?


R: Buff, muchísimo (risas). Al final la publicidad sirve para generar necesidades y da respuesta a esas necesidades que nos están creando. Yo en el libro lo cuento justo en los primeros capítulos. Lo hablo en uno concreto, en Consumo consciente, y lo hablo también en partes del libro cuando hablo de sociología del consumo. A mí lo que más me gustaba de la carrera de Publicidad era precisamente eso, el observar el comportamiento de la gente, de cómo está vinculado a un momento histórico determinado. Es verdad que la publicidad tuvo su época dorada en los 50, pero en los 50 la gente no estaba tan bombardeada como ahora. Ahora abres el móvil y en redes sociales todos somos portadores de marcas y, además, etiquetamos, les damos publicidad gratuita. Enciendes la tele para ver una serie y hay branded content. Vas por la calle y hay un montón de publicidad exterior, en todas partes. Estamos totalmente bombardeados y al final recibimos tantos impactos publicitarios […] que ¿cómo no vamos a caer? Es muy difícil resistirse. […] Me hace mucha gracia cuando la gente dice “con el consumo más sostenible estamos volviendo a lo que hacían los abuelos”. Sí, pero los abuelos no estaban tan sometidos a la publicidad como nosotros ahora. No estamos hablando de las mismas reglas de juego. […] La publicidad cada vez es más invasiva, entonces tiene muchísima, muchísima, muchísima responsabilidad.


P: ¿Cree de aquí a dentro de unos años la moda sostenible será una realidad más extendida?


R: Creo que el consumo sostenible ya se está viendo en redes sociales. Antes te metías y eran todo chicas enseñando sus armarios […]. Sigue habiendo eso, pero creo que cada vez mucho menos. […] Cuando yo empecé a comunicar en redes sociales, a hablar de moda sostenible con el enfoque lifestyle que yo le doy, apenas había gente. Estaba yo y poco más a nivel España. Hoy por hoy, cada vez hay más gente. […] También los medios de comunicación van apoyando esto mucho más que hace tres o cuatro años. Antes era un contenido muy residual. También las marcas, evidentemente, tienen que ir a la saga porque sino pierden clientela. Se tienen que ir adaptando. Esto no es una tendencia, o sea, la moda sostenible no es una moda, es la dirección obligada a la que tiene que ir el sector. No queda otro remedio. Además, hay unos objetivos de desarrollo sostenible y hay que cumplirlos. […] Esto es como cuando al principio alguien reciclaba papel en su casa, pero el resto no lo hacía, y hoy por hoy creo que no hay nadie que no tenga un contenedor en casa de papel. No es porque le vayan a mirar mal, […] es que es así. Lo mismo sucede con la moda. Esto está cogiendo ya una velocidad más rápida y no es una opción, es un deber. Es un deber más que nada por una urgencia medioambiental. No es una opción que una marca decida hacerlo o no, es que tiene que hacerlo. Sin más.


Queda claro que la moda sostenible no es un pasatiempo más o una tendencia a la que sumarse por ‘postureo’. Es la respuesta a un problema de proporciones descontroladas en forma de desastre medioambiental. Y no podemos olvidar, como confiesa Laura, que “esto no va solo de la industria, también es cosa de los consumidores”. Un trabajo conjunto para salvar el planeta de todos.

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