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Ausencias, distancia y euphoria

  • Eduardo Cañadas
  • 9 dic 2020
  • 4 Min. de lectura



Eduardo Cañadas - 09/12/20 - 21:15



La alarma del móvil sonó cinco minutos antes de que el reloj marcara las dos de la madrugada. Ya era lunes. Al menos aquí en España. A duras penas conseguí levantarme de la cama y llegar al baño para echarme un poco de agua en la cara. Quería estar bien espabilado.

La 72a edición de los Emmys estaba a punto de comenzar y, como tengo por costumbre desde hace ya algunos años, no podía perdérmela. Me producía curiosidad ver cómo se iba a desarrollar la gala este año pues por primera vez en su historia se haría virtualmente. Sentía miedo. Ya los VMA’s habían aplicado esta fórmula el pasado agosto y nos les funcionó muy bien. No quería que volviera a ocurrir en esta ocasión.

La ceremonia empezó, y a medida que la noche se desarrollaba, los premios fueron repartiéndose entre Succesion, Watchmen y Schitt’s Creek, que ya partían como las favoritas. A su vez, la gala contó con apariciones de actores como Jason Bateman o Jennifer Aniston para repartir algún galardón o simplemente para amenizar la velada.

Todo seguía su curso. De hecho, a pesar de todas las anomalías dada la situación, la gala estaba resultando más natural de lo que parecía. Pero entonces, la que sería la estrella de la noche hizo su primera aparición. Zendaya. Ataviada en un diseño vintage de Christopher Johm Rogers. El conjunto se componía de dos partes. Una falda globo de talle alto en un morado eléctrico que terminaba en un fajín del mismo color. Y en contraste, un top negro con un escote bastante amplio y geométrico. Resultaba muy 80’s.

La actriz entró por un pasillo de base triangular decorado con pantallas donde mostraban las reconocibles estatuillas de los Emmys. Su marcha era rápida, pero firme. Estaba allí para presentar un bloque sobre la diversidad en las producciones televisivas. "La televisión tiene el poder de influir y formar nuestra cultura, a veces puede reflejar quiénes somos o distorsionarlo. Con demasiada frecuencia no es ideal y nos reta a ser mejores, cuando se desbloquea el potencial de la televisión, nos obliga a reconocer que a pesar de nuestras diferencias, compartimos un vínculo humano inquebrantable. Y cuando nos vemos a nosotros mismos y a los demás, esas diferencias pueden desaparecer. ¿Quién decide qué historias son contadas? ¿Qué experiencias son válidas? La verdad en la narración tiene que estar en quienes la han vivido a diario”, sentenció la actriz en un discurso que duró menos de un minuto. Lo hizo con las manos cruzadas a la altura de la cintura y con un semblante serio. Parecía madura. Poco quedaba de su paso por Disney.

Su segunda aparición llegaría bien avanzada la gala. Jimmy Kimmel, que presentaba los premios esa noche, anunció la categoría de mejor actriz de serie de drama. Lo hizo vestido en un tuxedo negro de corte clásico. Aunque le añadió un chaleco del mismo color y una pajarita de tamaño considerable que dotaba de personalidad al conjunto. Ante la inmensidad del Staples Center completamente vacío, procedió al anuncio de las nominadas. Olivia Colman, Laura Linney, Jodie Comer, Sandra Oh, Jennifer Aniston y Zendaya. La pantalla se dividió en seis. Lo primero que llamó la atención fue la ausencia de Olivia Colman, nominada por the Crown, y Jodie Comer por Killing Eve. La de esta última se podía entender pues ya se había hecho con este galardón el año pasado por el mismo papel. Era casi imposible que se lo volvieran a dar.

Tanto Sandra Oh como Jennifer Aniston se encontraban solas en la habitación, vestidas con una bomber morada y un vestido rosa floral, respectivamente. Muy casual para unos premios de tal renombre. No muy diferente era el caso de Laura Linney, que aunque acompañada por su marido, optó por la misma decisión estilística que sus compañeras. En contraste con el resto: Zendaya. Rodeada de su familia y de parte del equipo de Euphoria en una habitación de hotel, lucía un extraordinario vestido. En esta ocasión era un Armani Privé. Destacaba la enorme falda negra de lunares blancos que se intuía en el plano, pero que no se apreciaba lo suficiente. Mal momento para las grandes marcas de moda que están viendo cómo todas las alfombras rojas son suprimidas de los eventos. Ante este escenario, se podía intuir para quién iba a ser el premio segundos antes de que fuera revelado.

“Y el Emmy va para...Zendaya, Euphoria”, anunció Kimmel tras abrir el sobre azul que guardaba en sus manos. La galardonada se llevó las manos a la cara mientras todos sus acompañantes comenzaron a saltar y aplaudir. A pesar de la frialdad de la gala, los gestos de júbilo fueron cálidos. Paralelamente, las nominadas sonrieron y asumieron la derrota con deportividad. Incluso a través de sus ojos se podía ver que estaban orgullosas por su compañera. Uno de los presentes le ofreció el premio que Zendaya tomó en sus manos. Lo agarraba con fuerza y lo soltaba al instante. Así sucesivamente. Si bien su primer discurso se caracterizó por la firmeza de sus palabras, este segundo fue justo lo contrario. Cargado de nerviosismo y de excitación. Tras los usuales agradecimientos, su discurso derivó a una reflexión sobre su generación. “Creo que hay esperanza en la gente joven, aunque sé que los programas de televisión no son siempre un gran ejemplo de esto”.

Zendaya se convertía así en la intérprete más joven en conseguir este premio en esta categoría. Con tan solo 24 años. Asimismo, era la segunda actriz negra en la historia de los Emmys en adquirirlo. La primera fue Viola Davis en 2015 por Cómo defender a un asesino. Fue así como la protagonista de Euphoria se alzó con el primer gran premio como actriz de su carrera. Dejó atrás el pasado de chica Disney y se consolidó como un nombre a tener en cuenta en la industria. Todo en una misma noche. En la noche de la 72a edición de los premios de la Academia de Artes y Ciencias de la Televisión.

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